sobre nosotros
Nuestra historia se inició el 5 de julio de 1971, cuando Antonio Ternero y Victoria Moreno abrieron un bar en el barrio de La Planada del Pintor, al norte de Sabadell. Lo que comenzó como un bar de tapas y comida casera, se ha transformado décadas después, con muchísimo sacrificio y el trabajo constante de toda la familia en el restaurante familiar que conocemos hoy y que sigue manteniéndose abierto más de medio siglo después.
Durante los años 70, el matrimonio trabajó muy duro y sus desayunos y comidas sirvieron de refugio para los obreros que construyeron el barrio vecino de Can Deu. Luego a primeros de los 80 se convirtió en uno de los puntos de encuentro del fútbol local. En especial, el club de veteranos Los Marismeños que encontró en nuestra casa un lugar para celebrar y disfrutar de las comidas y meriendas que preparaba Victoria después de cada partido.
Los desafiantes años 80 demandaron una transformación debido a la crisis económica. Nuestros hijos Cristóbal y Fernando, pese a su juventud, impulsaron una renovación del negocio, introduciendo platos combinados y menús para celebraciones de bautizos y comuniones de muchos de nuestros vecinos. El buen hacer en la realización de estos banquetes nos ayudaron a llegar a nuevos clientes que provenían de otras zonas de los alrededores de Sabadell. Este fue el comienzo de nuestra transición de un bar de tapas a un bar-restaurante.
La década de los años 90 trajo consigo la crisis post-olímpica, empujándonos a una nueva reinvención. Nos enfocamos en una nueva carta con las Paellas de la Victoria como plato estrella, además de una variedad más amplia de pescados y carnes a la brasa, así como unos menús navideños más elaborados. Esta decisión marcó un punto de inflexión decisivo en nuestra historia y que se consagró en la década del 2000 estableciendo definitivamente al Restaurante Ternero como un referente en la oferta gastronómica local.
Durante toda su historia, nuestra casa ha tenido que superar muchas crisis económicas, pero ninguna fue tan dura y prolongada en el tiempo como la que se inició en el 2008 con la famosa “crisis del ladrillo” que estuvo a punto llevarse por delante al restaurante y echar por tierra la ilusión de una familia por mantener su negocio familiar. Solo la resiliencia y sacrificio de una familia bien dirigida Antonio y Victoria fue la que permitió superar el momento más crítico de su historia. De nuevo tocó volver a levantarse adaptándose a la situación económica con la creación de un menú de fin de semana y con una decisión pionera, visto lo visto en el día de hoy en el sector de la restauración en España: para reducir gastos y costes fijos se optó por reducir el horario de restaurante suprimiendo el horario de cenas. Esta decisión además de servir para intentar reducir costes también sirvió para favorecer conciliación familiar de todos los miembros de la familia.
Con el inicio de la década del 2020 cuando parecía que se iniciaba un período de calma vino la pandemia del COVID-19. Una nueva crisis pero emocionalmente diferente a todas las anteriores. Se sobrevivió a algo desconocido que pensábamos que sería la estocada final del restaurante. Sin embargo, la unión familiar y con las innumerables muestras de cariño de nuestros clientes que nunca se olvidaron de nosotros nos permitieron superar este momento tan difícil.
Hoy en día, la segunda generación (Cristóbal, Fernando, Pepi y Toni) sigue trabajando con pasión para mantener el legado de sus padres, contando con la ayuda incondicional de los nietos y nietas de los fundadores.
Sirvan estas líneas también como un pequeño homenaje de agradecimiento a familiares que han sido parte importante de la historia del Restaurante Ternero como lo fueron el añorado Tito Fernando y la tía Juana, Luis y Tere, Chali y Juan, Lola, Melo, Juani, Noelia y resto de familiares que en algún momento de sus años han pasado por el restaurante ayudando en lo que fuese necesario.
De la misma manera también queremos agradecer a todos aquellas vecinas y vecinos que siempre han apoyado de muchísimas maneras y circunstancias a Antonio y Victoria y sus hijos durante décadas, y especialmente cuando sus hijos eran pequeños. Muchos de ellos ya no están entre nosotros, pero en su recuerdo y en los que siguen estando con nosotros, gracias a todos de todo corazón!.
Y por último, queremos dar las gracias inmensas aunque sea de modo genérico, a quienes sin ellos esta historia jamás habría existido: NUESTRA CLIENTELA. A través de todas estas décadas, el apoyo y la fidelidad de generaciones de clientes ha sido fundamental en nuestra trayectoria. Cada crisis y cada cambio nos han enseñado la importancia de nuestra clientela, y gracias a su inquebrantable lealtad hemos logrado recorrer un camino juntos de más de medio siglo en este difícil mundo de la restauración, con la esperanza de seguir recorriéndolo juntos por muchos años más. Una vez más, a todos vosotros y vosotras GRACIAS, GRACIAS, GRACIAS!!!.